domingo, 11 de julio de 2010

Murió Horacio Castillo


El lunes de la semana pasada murió Horacio Castillo, nacido en Ensenada, el 28 de mayo de 1934, a los 76 años de edad, escritor, crítico, ensayista, traductor, abogado y miembro de número de la Academia Argentina de Letras.
Decir Horacio Castillo -expresa Ana María Lahitte en su libro "Cinco Poetas Capitales"- en cualquier lugar de nuestra ciudad que guarde relación con lo socio cultural o, simplemente, con lo vinculado a lo representativo de cuanto La Plata ha sido y sigue siendo, humanísticamente, es descontar la convocatoria de un eco singular. Con el agregado de que ese nombre -esa institución del equilibrio deseable entre el individuo y la comunidad, que es Horacio Castillo- ha prescindido siempre de los decibeles que el gran show de la literatura utiliza como detonante.
Publicó los siguientes libros de poesía: Descripción (1971), Materia acre (1974), Tuerto rey (1982), Alaska (1993), Los gatos de la Acrópolis (1998), Cendra (2000), Música de la víctima y otros poemas (2003) y Mandala (2005) que fueron reunidos en varios volúmenes, entre ellos: La casa del ahorcado (1974-1999) y Por un poco más de luz (1974-2005). Sus obras fueron traducidas al francés, inglés, portugués e italiano.

Una aproximación a la poesía de Horacio Castillo

Croar del alma
Cuando mi alma, como una rana, salte a la nada, /
la oirán croar, croar toda la noche, / croar arriba y abajo, al este y al oeste, / hasta que el ojo monótono de la luna llore en los pantanos, / hasta que cese el espanto y empiece la eternidad.
Al pie de la letra

Ciudadanos he sido probo. Escrupulosamente hice /
lo que la ley no prohibe y no hice lo que prohibe, / de tal manera que podéis considerarme un hijo dilecto, / uno más de los que cerraron sus oídos al motín, el corazón a la aventura. / Cada vez que la ciudad dijo sí, dijeron sí mis labios, / y dije no cada vez que la ciudad dijo no. / ¿Quién me ha visto discrepando en las asambleas? / ¿Quién conoce la naturaleza de mi causa? / ¿Quién se agravia del pro o el contra? / Nadie puede levantar un dedo contra mí, / nadie ofrecer prueba, dar testimonio, torcer hechos, proferir injuria, / y quien lo hiciere atraería sobre su temeridad unánime sanción, / porque nadie, ciudadanos, me conoce como vosotros, / y nadie como vosotros sabe que he cumplido al pie de la letra / ahorrando a la ciudad un verdugo, al porvenir un héroe.

Impactante, o como dice Cilly Müller de Inda: " Horacio Castillo, fiel a sí mismo, parco y escueto, elige la palabra exacta y maneja como pocos elegidos el don de la síntesis".
GSF

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