Dedicamos esta milonga de Armando Tejada Gómez a todos nuestros amigos que desde distintas partes del mundo, nos acompañan en este día.
Milonga de los asados.
Cuando el día clava el cacho
igual que un toro cansado
y se va yendo la tarde
detrás del último pájaro,
veo venir los amigos
por el crepúsculo manso
y un
se levanta de sus pasos.
En la leña, quema avispas
el corazón del quebracho.
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La noche, madre del humo,
riega sombras por el patio
donde, lento como el tiempo
sueña a chicharra el asado.
El
despierta de su letargo
y entra como un río
al secadal de la sangre.
En cada
hay siempre un trago de marzo.
Uno viene de la vida
con la ternura a destajo,
esquivando a la tristeza
que lo quiere solitario.
Uno anda comiendo sombras
por los rincones del alma
tropezando con la muerte
y cuerpeando a la nostalgia,
hasta que funda un
sobre un
y entonces parte y comparte
la soledad por mitades.
Uno no es hombre de golpe:
va siendo, como la rama
y se va haciendo entre amigos,
semejante y semejanza.
Cuando mi
se reúne en los asados,
enseña un modo de ser
generoso y
porque el que asa para él
suele morir de arrebato
y aunque le saquen la brasa
lo mismo queda pasmado.
Son las vueltas de la vida
y a vueltas se hace el asado.
Cuando la luna curiosa
se sube a los altos álamos,
me gusta cantar a dúo
y compartirme en el canto.
Entonces me crece el sueño
de un día no muy lejano
en el que mi pueblo macho
amanezca liberado.
¡Va a ser de ver
el humo de los asados!
Armando Tejada Gómez
Premio Casa de las Américas. Cuba.1974.
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