lunes, 6 de junio de 2011

"Palabras en libertad"


Poesía Nº 32
Creo que podría volverme a vivir con los animales.
¡Son tan plácidos y tan sufridos!
Me quedo mirándolos días y días sin cansarme.
No hay ninguno descontento,
ni ganado por la locura de poseer las cosas.
Ninguno se arrodilla ante los otros,
ni ante los muertos de su clase que vivieron
miles de siglos antes que él.
En la tierra no hay uno solo que sea desdichado
o venerable.
Me muestran el parentesco que tienen conmigo,
parentesco que acepto.
Me traen pruebas de mí mismo,
pruebas que poseen y me revelan.
¿En dónde las hallaron?
¿Pasé por su camino hace ya tiempo
y las dejé caer sin darme cuenta?
Éste es un caballo. ¡Miradlo!
Soberbio,
tierno,
sensible a mis caricias,
de frente altiva y abierta,
de ancas satinadas,
de cola prolija que flagela el polvo,
de ojos vivaces y brillantes,
de orejas finas,
de movimientos flexibles...
Cuando lo aprisionan mis talones, su nariz se dilata,
y sus músculos perfectos tiemblan alegres
cuando corremos en la pista...
pero yo sólo puedo estar contigo un instante.
Te abandono, maravilloso corcel.
¿Para qué quiero tu paso ligero si yo galopo más de prisa?
De pie o sentado, corro más que tú.
Walt Whitman

(Enviado por M.M.)


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