sábado, 30 de octubre de 2010

A cien años del nacimiento de Miguel Hernández


Hoy se cumplen 100 años del nacimiento de Miguel Hernández, poeta español que se destacó por la autenticidad de su obra y su compromiso político y social.
Nació en Orihuela, en la provincia de Alicante, España, el 30 de octubre de 1910. No hay coincidencia en sus biógrafos en cuanto a si provenía de una familia humilde o no. Lo cierto es que fue pastor de cabras en su niñez y que todas esas vivencias se reflejan en su poesía.
Un maestro lo inicia en la lectura de los clásicos, visita bibliotecas, en Madrid conoce a los poetas Vicente Aleixander y Pablo Neruda, entre otros, quienes lo acercan al surrealismo y a formas poéticas más comprometidas. Se alista en el ejército republicano y asiste al Congreso Interamericano de Intelectuales antifacistas. Concluida la guerra es detenido en la frontera, condenado a muerte y conmutada la pena falleció de tuberculosis, en el penal de Ocaña en Toledo a los 31 años. Esta apretada síntesis de sus datos biográficos muestran la meteórica y rauda vida de un poeta que marcha hacia su trágico destino y cuyo nombre ocupa un lugar de privilegio en las letras españolas.

Sus versos han sido musicalizados por Joan Manuel Serrat. Se transcribe la parte II de:

El herido
Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.

Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.

Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.

Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.

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