Síntesis de la ponencia de Mempo Giardinelli leída el viernes pasado en Tucumán
... Con el patrimonio colectivo saqueado, ni siquiera nos quedó una idea prestigiosa de lo “público”, o sea de todos, que aquí hoy se ve como “de nadie” y, por lo tanto, descuidable. También por eso urge darle significados al concepto “Bicentenario”, que parece todavía muy abierto, algo confuso, fácil de cuestionar y vacío de contenidos. Dotarlo de ellos es el mayor desafío intelectual que enfrentamos.
Yo pasé la semana pasada por varios pueblos del límite entre Formosa y Salta, donde las comunidades wichí sobreviven en condiciones inhumanas; hace poco vi en El Impenetrable niños Qom durmiendo en los árboles, y no dejan de espantarme las villas miseria que rodean todas las capitales de provincias, que junto con las villas porteñas y del conurbano bonaerense son hoy los mayores desarrollos territoriales y edilicios de la Argentina, la inmensa mayoría irregulares, sin servicios de agua ni luz, y donde el magisterio argentino hace actos de heroísmo a diario pero no puede hacer milagros.
Todo eso es parte de una misma tragedia cultural: se corrompió el papel rector del Estado, se privatizó todo y las desregulaciones destrozaron todos los controles, que son los verdaderos muros culturales de contención de excesos y corrupción. Pero hoy no veo, ni escucho, que esa carencia de controles sea una preocupación nacional. Sin embargo es una urgente acción cultural el restablecimiento de controles en la economía, la gestión municipal, la bromatología o el tránsito vehicular. No hay área descontrolada que no deba ser intervenida... por nosotros mismos.
No represento a nadie, pero conozco este país hasta en sus más infames rincones y he visto y veo, y escucho y padezco, la repugnante y obscena subvida de millones de compatriotas, de todas las etnias, víctimas del macaneo nacional. Sería hipócrita y cretino no decirlo, y hablar de Cultura y del Bicentenario mirando para otro lado.
Para dotar de significados al concepto y pensarlo como verdadera oportunidad, es necesario y urgente reconocer nuestro presente sociocultural, configurado por entre 10 y 15 millones de compatriotas carentes de esperanzas y muchos de ellos en estado de animalidad. Eso no se debe a un cataclismo ni es un flagelo natural, sino que es resultado de políticas perversas que aquí se aplicaron y es urgente revertir, pero en serio y definitivamente, lo que implica exigir a las autoridades urgentes medidas reparadoras.
Hay que exigirle al actual gobierno nacional –que ha sido capaz de cambios visibles y plausibles en materia de Defensa y Derechos Humanos, de Educación y de Cultura– que también se cambie en otras áreas en las que la Argentina sigue siendo un desastre. Por ejemplo, en transportes, comunicaciones, impuestos regresivos y otras cloacas que hacen imposible el apoyo irrestricto que algunos pretenden de los intelectuales y que al menos este intelectual no está dispuesto a dar
En síntesis, y como propuesta de contenidos democráticos y democratizantes, horizontales y para la totalidad de la población, que hagan del Bicentenario un hito cultural, enumero:
1. El Bicentenario es oportunidad de reafirmación cultural, entendida como compromiso y acción, estatal y privada, para recuperar valores tradicionales, rediscutidos, resignificados y reconfirmados en su esencia.
2. Es oportunidad de construir una Argentina reasentada en esos valores: honestidad, decencia, esfuerzo, solidaridad, respeto al derecho ajeno, orgullo de pertenencia, educación universal y gratuita, lectura para todos/as.
3. Es oportunidad para erradicar la marginación sociocultural: la miseria, el analfabetismo, el racismo, la discriminación en todas sus formas, son inadmisibles en la República Argentina.
4. Es oportunidad para restablecer sistemas de control público y/o estatal, democráticos, transparentes, abiertos, participativos y orientados hacia el control de monopolios, la eficiencia en los servicios y el mejoramiento de la calidad de vida.
5. Y es oportunidad ideal para realizar el gran censo del Patrimonio Cultural de los argentinos, provincia por provincia, con prohibición absoluta de su enajenación.
Por Mempo Giardinelli
... Con el patrimonio colectivo saqueado, ni siquiera nos quedó una idea prestigiosa de lo “público”, o sea de todos, que aquí hoy se ve como “de nadie” y, por lo tanto, descuidable. También por eso urge darle significados al concepto “Bicentenario”, que parece todavía muy abierto, algo confuso, fácil de cuestionar y vacío de contenidos. Dotarlo de ellos es el mayor desafío intelectual que enfrentamos.
Yo pasé la semana pasada por varios pueblos del límite entre Formosa y Salta, donde las comunidades wichí sobreviven en condiciones inhumanas; hace poco vi en El Impenetrable niños Qom durmiendo en los árboles, y no dejan de espantarme las villas miseria que rodean todas las capitales de provincias, que junto con las villas porteñas y del conurbano bonaerense son hoy los mayores desarrollos territoriales y edilicios de la Argentina, la inmensa mayoría irregulares, sin servicios de agua ni luz, y donde el magisterio argentino hace actos de heroísmo a diario pero no puede hacer milagros.
Todo eso es parte de una misma tragedia cultural: se corrompió el papel rector del Estado, se privatizó todo y las desregulaciones destrozaron todos los controles, que son los verdaderos muros culturales de contención de excesos y corrupción. Pero hoy no veo, ni escucho, que esa carencia de controles sea una preocupación nacional. Sin embargo es una urgente acción cultural el restablecimiento de controles en la economía, la gestión municipal, la bromatología o el tránsito vehicular. No hay área descontrolada que no deba ser intervenida... por nosotros mismos.
No represento a nadie, pero conozco este país hasta en sus más infames rincones y he visto y veo, y escucho y padezco, la repugnante y obscena subvida de millones de compatriotas, de todas las etnias, víctimas del macaneo nacional. Sería hipócrita y cretino no decirlo, y hablar de Cultura y del Bicentenario mirando para otro lado.
Para dotar de significados al concepto y pensarlo como verdadera oportunidad, es necesario y urgente reconocer nuestro presente sociocultural, configurado por entre 10 y 15 millones de compatriotas carentes de esperanzas y muchos de ellos en estado de animalidad. Eso no se debe a un cataclismo ni es un flagelo natural, sino que es resultado de políticas perversas que aquí se aplicaron y es urgente revertir, pero en serio y definitivamente, lo que implica exigir a las autoridades urgentes medidas reparadoras.
Hay que exigirle al actual gobierno nacional –que ha sido capaz de cambios visibles y plausibles en materia de Defensa y Derechos Humanos, de Educación y de Cultura– que también se cambie en otras áreas en las que la Argentina sigue siendo un desastre. Por ejemplo, en transportes, comunicaciones, impuestos regresivos y otras cloacas que hacen imposible el apoyo irrestricto que algunos pretenden de los intelectuales y que al menos este intelectual no está dispuesto a dar
En síntesis, y como propuesta de contenidos democráticos y democratizantes, horizontales y para la totalidad de la población, que hagan del Bicentenario un hito cultural, enumero:
1. El Bicentenario es oportunidad de reafirmación cultural, entendida como compromiso y acción, estatal y privada, para recuperar valores tradicionales, rediscutidos, resignificados y reconfirmados en su esencia.
2. Es oportunidad de construir una Argentina reasentada en esos valores: honestidad, decencia, esfuerzo, solidaridad, respeto al derecho ajeno, orgullo de pertenencia, educación universal y gratuita, lectura para todos/as.
3. Es oportunidad para erradicar la marginación sociocultural: la miseria, el analfabetismo, el racismo, la discriminación en todas sus formas, son inadmisibles en la República Argentina.
4. Es oportunidad para restablecer sistemas de control público y/o estatal, democráticos, transparentes, abiertos, participativos y orientados hacia el control de monopolios, la eficiencia en los servicios y el mejoramiento de la calidad de vida.
5. Y es oportunidad ideal para realizar el gran censo del Patrimonio Cultural de los argentinos, provincia por provincia, con prohibición absoluta de su enajenación.
Por Mempo Giardinelli
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