Extracto del libro:
"Método
fácil y rápido para ser poeta" - Jaime Jaramillo Escobar
-Entre
otros muchos cargos, se acusa a los poetas de preferir la soledad.
-La
vocación de soledad viene al poeta desde su espíritu contemplativo y místico
tanto como de su conciencia del tiempo.
Si el poeta fuera hombre de negocios tendría uno de esos relojes de
veinticuatro horas, pero el poeta mide el tiempo por eternidades.
-Algunos
autores son capaces de escribir en el bullicio, mas no sus mejores obras. La
vida social es contraria a la vida creativa. La concepción de un asunto puede
ocurrir en cualquier momento, pero el trabajo literario requiere aislamiento,
silencio, concentración y tiempo indefinido. No se puede escribir con la
horrible perspectiva de que de pronto le llamen a almorzar. El hechizo o
encantamiento bajo el cual escribe el poeta es frágil y delicado como todo lo
sobrenatural. Si sobreviene un taladro en la calle, o la estridencia de un
altoparlante, la conexión con el misterio se rompe y la poesía desaparece. Para
el novelista no sería problema, porque su trabajo está planificado, pero una
vez que huye el poema, nunca más vuelve a las manos del poeta. Si el poeta sale
a buscarlo se perderá, o regresará con otro poema, pero el poema que se fue
jamás será encontrado porque huyó a los anillos de Saturno.
-Molesta
mucho a las personas que los poetas se muestren como seres diferentes. Y sin
duda lo son.
-De esa
soledad esencial el poeta surge con algo de ridículo. Como en el verso de
Baudelaire, “sus alas gigantescas le impiden caminar”. Mientras más esfuerzos
haga el poeta para ser como los demás y mimetizarse entre la multitud, esos
mismos esfuerzos lo delatarán y no podrá eludir su destino.
-Podrá
arrepentirse el poeta de dilapidar su tiempo en los lugares públicos, con las
gentes públicas, a las cuales se llama “el público”. Mas su sólo tiempo ganado
será el que pase sumergido, siempre que no se olvide de sacar el periscopio. El
buen poeta es sumergible.
-Cuando el
poeta se hace cotidiano desaparece detrás de sus anteojos. Como lo imprevisible
siempre sucede, en tales momentos es mejor estar prevenido. Por eso he
comparado al poeta con una ballena.
-La soledad
del poeta es comparable a la de la ballena en los mares. Esto lo distingue y le
da a sus reflexiones cierto carácter único, es decir, aristocrático. “Las
reflexiones del solitario –advierte Jean Cocteau– adoptan siempre un aspecto
aristocrático, muy molesto para los demás. Y nada incomoda más que la
aristocracia, sea cual sea.”
Enviado por http://beatrizchiabrerademarchisone.blogspot.com.ar
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