Martina Iriart dialogó con Mario Lenzi, dueño de la legendaria librería
Luego
de detenernos a mirar las novedades que nos ofrece la vidriera de Libros Lenzi
-ubicada en Diagonal 77, entre 6 y Plaza
Italia- ingresamos a la tradicional librería de usados de nuestra ciudad. Al
entrar en ese ambiente repleto de libros con estantes que van del piso hasta el
techo y un gran espacio central desbordante de ejemplares de distintas
disciplinas, se siente una cálida bienvenida. Llama la atención el orden que
hay, por tema, por autor, por género literario y la historia está
cronológicamente y por tema. El lugar
nos invita a quedarnos, respiramos un ambiente fraterno, y así comienza la
charla con un amigo.
1- Un poco de historia ¿cómo y cuándo empieza
la librería?
La librería empieza el 5 de Noviembre de
1981, con mi señora Patricia Owen. Empezamos con poco, hacíamos viajes a Buenos
Aires para traer cosas y poníamos avisos en el diario con un teléfono de Buenos
Aires. Una vez hicimos una compra grande de 5000 a 6000 libros.
Nos fuimos haciendo una muy buena
clientela, gente amante de los libros, bibliómanos -quienes compran porque le
gusta el libro- bibliófilos –quienes compran el libro como objeto de colección.
Entre estos clientes podemos mencionar a Seleme y Moncault. En 2007 compramos un stock de 35000 ejemplares, entre libros y
revistas.
2-¿Quiénes
son los clientes de la librería y qué tipo de ejemplares buscan?
Lo que tiene
más salida es filosofía, literatura, narrativa en general, y en cuanto al
público viene más gente joven.
Comenta
Lenzi que empezaron a comprar material
nuevo. El año pasado Mario y su mujer se retiraron, la librería se modernizó, y
su hijo Gabriel y Martín, -quien está a cargo de la librería- empezaron con el
Faceboock.
3-Seguramente en la librería ha conocido a muchos
escritores y personalidades de la literatura, hábleme de alguno de ellos.
Pedro Luis Barcia fue un cliente y
amigo, siempre andaba bromeando, persona de buen carácter. Ovidio Nuñez,
persona muy inteligente, científico que sabía de historia, filosofía,
literatura, quien también era muy bromista. No era un cliente muy bueno pero
era muy lindo recibirlo como amigo. Eduardo Buti, dueño de Juvenilia, Emilio
Perna, dueño de Libraco, con quien entablamos amistad
Lenzi
había tenido la honestidad de devolverle libros que eran de su librería, se los
habían vendido como usados y tenían el troquel de “Libraco”.
4-¿Qué ha sido lo más raro que le han pedido? Alguna
anécdota de la librería.
Una vez , una persona pide “Temporaria Argentina” por “Historia
Contemporánea Argentina”; “Fábulas de Isopo” por “Fábulas de Esopo”; Editorial
“Paso de los Toros” por “Puerto de Palos”, “Plata tirada” por “Plata quemada”
de Piglia; “Crimen y castigo” de Foucault por “Vigilar y castigar”; “La
zapatera religiosa” por “La Zapatera Prodigiosa” de García Lorca; “Inversión de
Morel” de Borges por “Invensión de Morel” de Bioy Casares, y “La vida es bella”
por “Un mundo feliz” de Huzley.
5-¿Cómo ve el futuro de las librerías con la
aparición de los libros virtuales?
Hace un tiempo aparece una persona de
unos 30 años que vendía libros de la editorial Sudamericana. Me dice que cuando
alguien abraza un libro es porque se lo va a llevar. Más allá de la aparición
de los libros virtuales siempre seguirán existiendo los amantes del libro como
objeto, del coleccionista que se fija en la edición, los aspectos estéticos, la
tapa, la calidad del papel.
Hace unos años empezaron a trabajar en el
Mercado Libre, donde hay mucha competencia, pero “El
libro nunca va a desaparecer” –me dijo Mario al despedirme.
Martina Iriart
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