Lorenzo Mozzone, nacido en Denice, Alessandria, Piemonte, Italia, emigró hacia la Argentina en el año 1947, a pocos años de haber regresado del campo de batalla y de finalizada la Segunda Guerra Mundial. Su patria no tenía más que dolor y era deber de los hombres, sobreponerse y buscar desesperadamente trabajo fuera de su patria para enviar dinero a la familia. Tenía 24 años y estaba preparado para sacrificarse. Viajó solo y comenzó a comunicarse por cartas. Sus padres María Billia y Giovanni Mozzone, eran del lugar. Giovanni había viajado previamente a la Argentina, provincia de Santa Fe y había regresado diciendo que allí estaba todo por hacer. En esos tiempos había instalado una carnicería en Rafaela y fue él, a su regreso, el que lo entusiasmó para que emigrara, al saber que había salvado la vida en la terrible guerra, porque el General Badoglio de la Compañía se había declarado disidente de Mussolini, quedando disuelto el grupo. Ese acto era inadmisible y corría peligro la vida de todos los soldados. A Lorenzo lo escondieron.
Un
día el ejército lo fue a buscar y su perro lo salvó alertándolo. Entonces se
arrojó a un barranco por la parte trasera de la vivienda, directamente al
torrente, desde la ventana. Fue milagrosa su salvación. Esa casa de piedra, de
la familia (cascina Siondino) aún se conserva. Tiene 400 años.
Lorenzo, viajó con trabajo. Tenía en su
poder, conseguido con inmenso sacrificio, un contrato para trabajar como techista
en “Ciudad Evita”, partido de La Matanza, provincia de Buenos Aires, Argentina.
Allí se relacionó con "paesanos" y fue multiplicando los trabajos y la
experiencia.
El lugar en donde comenzó a trabajar era de
gran pujanza en ese momento. Se construían casas, escuelas y hospitales.
Conoció personalmente a la señora Eva Perón por la que llegó a sentir gran
admiración. A diario, personalmente, ella concurría a controlar la construcción
de las obras. Cuando finalizó el contrato, viajó al Punta Indio, partido de
Magdalena, provincia de Buenos Aires, lugar al que lo habían llamado los
compatriotas, para continuar con su especialidad, Allí, era un sitio de descanso, muy tranquilo
en donde se fabricaban casas de fin de semana para las familias adineradas y
los artistas. Vivió transitoriamente en la casa de Maurice Jouvet y Nelly
Beltrán, artistas muy populares, en ese entonces, de cine, radio y televisión
de Argentina.
A Lorenzo le gustaba cantar y lo hacía durante
las horas de trabajo. Paco, quien fuera, para siempre, su íntimo amigo en estas
tierras, le consiguió una audición de radio a la que concurría feliz. Fue un
hombre muy bueno y esperanzado. Mes a mes
enviaba dinero a su familia de Italia, privándose, para que ellos
pudieran alimentarse en época de post guerra. Era un muchacho con la
experiencia de un hombre que había transitado por la muerte, los bombardeos,
los amigos heridos, el hambre, el pensamiento de que jamás volvería a ver a los
padres y hermanos pero el destino quiso que viviera y estuviera sano. Él
cantaba, siempre cantaba, quizá era su forma de llorar.
El trabajo era intenso y no descansaba. En
ese lugar hubo un emprendimiento de loteo de tierras y llegaban en colectivos
los compradores entusiasmados porque se vendían en cuotas. Él, con los amigos
compraron un lote para construir una panadería. Así lo hicieron. Consiguieron
un panadero y le solicitaron que les enseñara a fabricar el pan, facturas y
galletitas, mientras tanto compraron un carro para salir a venderlo en zonas
alejadas. Este proyecto estuvo en marcha en menos de un año. Al poco tiempo
compraron una camioneta y extendieron su recorrido. Continuaron trabajando en
la construcción de tanques de agua de” Hormigón armado” en las estancias.
Lorenzo continuaba cantando y creando poemas que se convertían en canciones.
Los escribía en papeles sueltos. Luego los plasmaba en un cuaderno. Tenía oído
musical y con un silbato buscaba la nota. Había aprendido a tomar mate y
mientras descansaba junto a los pescadores del lugar les cantaba las canciones
nostalgiosas que brotaban de su corazón. Aquellas que entonaban, junto al
batallón, mientras caminaban sin alimento alguno, El lema era cantar sin decaer
hasta llegar hasta algún remoto pueblo habitado. Cruzaban llanuras, lagos
montañas, todos los soldados, defendiendo su patria. Su dolor era incalculable
cuando alguno de ellos enfermaba y moría. Improvisaban un montículo con
piedras, buscaban alguna identificación para lograr entregar a los familiares y
continuaban. Se les unían otros combatientes extraviados y debían cantar, para
no claudicar. Era el final de la guerra y tenían que llegar a sus hogares.
Cuando tuvo hijos en la Argentina, les contó todas las noches su historia,
junto a los demás.
Son sus tres hijos: Rosana María, Federico
Javier y Gabriela Silvana Mozzone. Esta última está radicada en Italia y dice
que es su lugar en el mundo. Estuvo comunicada permanentemente por internet
mientras hacía esta nota, corroborando que los datos aportados por Rosana y
Federico, fueran fidedignos. La mamá fue María Amelia Cotis, de la ciudad de La
Plata. Vivían en la zona rural. Un día, cuando tenía 16 años, fue con la
familia De Piero, un fabricante de mosaicos de la ciudad, a visitar “Punta
Indio”. La joven iba a comprar a la panadería de Lorenzo. Se enamoraron y se
pusieron de novio. Él viajó, durante 5 años a la ciudad de La Plata a visitarla,
hasta que se casaron en el año 1958. María trabajaba en la Secretaría Electoral
y dejó el trabajo cuando comenzaron a llegar los hijos al mundo. Tuvo título
secundario, estudió Corte y Confección, bordado, telar tejido y había estudiado
piano. Le gustaba la lectura.
María y
Lorenzo utilizaron todo para formar su hermosa familia y para que a sus hijos estudiaran y no les faltara nada. Rosana cursó
los estudios en la Escuela Italiana, Federico fue al colegio San Cayetano y
luego al Albert Thomas y Gabriela fue
Perito Mercantil e Instrumentista quirúrgica. Fundaron su casa en la calle 29 y
41, llamó a constructores y él trabajó como albañil, más feliz que nunca. Lorenzo
les dio una vida sin privaciones. Trabajaba hasta los domingos. Ahorraba y
compraba lotes o casas viejas, las reciclaba para construir otras. A los
suegros les construyó una casita nueva, para que tiraran la vieja casilla de
madera. Tanto lo quiso la suegra que en el mismo año que murió su yerno, sin
consuelo murió ella.
Siempre cantaba. La música era parte de su
vida. Nació poeta. Compuso “Marcia Alpina Sección Argentina”, partitura y letra;”
San Martín”, partitura y letra. En total compuso 19 canciones, entre ellas “Las dos banderas”. Se escucha, a pedido de
la gente en los actos culturales y es una de las más famosas en la actualidad.
El Coro Alpino de La Plata, nació como tal, el día 27 de noviembre de l964 y fue fundado por Lorenzo Morzzone. Solo él fue su fundador, primer y único Maestro del Coro, hasta su fallecimiento, acontecido el 11 de enero de 1991. Viajaban a la Fiesta Anual “Raduno” en la República Argentina. Llegaban representantes desde Italia. Participaba Tucumán, Córdoba, Bahía Blanca, Mendoza, (La Boca”, Capital Federal, Buenos Aires), Mar del Plata, Luján, Rosario (Santa Fe) Bariloche, Ensenada y Berisso, según el recuerdo de sus hijos.
Recibió el Título de CAVALIERIE, por toda la
obra realizada en Argentina, otorgado por el Presidente Sandro Pertini.
Cuando llegó Rosana a la entrevista,
completamente emocionada dijo: Bendito mi padre, que me enseñó a querer la
tierra italiana, de la que tuvo que emigrar. Valoro tanto la vida ejemplar que
supo transmitir a sus hijos desde que nacieron. Mamá era criolla, como le
gustaba decir. Con ella vivió enamorado y feliz. Lo recuerdo cantando, al
regresar de su jornada de trabajo.
ESCRITORA ALCIRA ANTONIA CUFRÉ*
*Autora de los libros: "Inmigrantes en la Argentina" 3 tomos
Historias reales
1 comentario:
Con la emociòn en los ojos y en el corazòn, acabo de leer este hermoso artìculo dedicado a mi papà, Renzo; el hombre màs importante de mi vida, el papà-amigo, el papà compañero y protector, el papà que me hacìa divertir y encantar con su voz maravillosa. Espero que esté feliz allà en sus praderas de amor, sabiendo que estoy bien y canto en un imoortante coro de mùsica clàsica y lìrica, (el Coro Mozart di Acqui Terme- Italia). Siempre les estaré agradecida a mi papà y a mi mami, por como me educaron y enseñaron e respetar y a ser respetada, cosa muy rara en la vida de nuestros tormentosos dìas... Gabriela Mozzone, Denice (AL), Italia.
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