La Lengua Perdida
(Entrevista a Víctor Hugo González Catriel,
realizada el 19 de Julio de 2014)
“Caru Mapu, en lengua tehuelche significa tierra verde,” así denominaban quienes
habitaban estas tierras a lo que es hoy Olavarría.
Víctor Hugo González Catriel es uno de los
últimos descendientes de los legendarios caciques, junto a sus hermanas
(Marisa, Patricia y Viviana) vivió su infancia en una casa con terreno ubicado
donde luego pasaría la traza de la ruta 226; precisamente donde hoy se
encuentra la rotonda de acceso principal a la ciudad, sobre Avenida Pringles.
Como si el Progreso, en alianza con el destino se hubiese empeñado en correrlo
de su lugar de origen.
Su madre se llama María Raquel Catriel; y
su padre, Amalfi Maximiano González, se desempeñó como ferroviario.
Sus abuelos maternos fueron: María Farana
(de Sicilia, Italia) y Cornelio Catriel, quien desempeñó tareas en el servicio
penitenciario de Sierra Chica. Falleció de un infarto, luego de haber tenido un
altercado con un interno.
Su bisabuelo, también llamado Cornelio
Catriel, y casado con Nicasia Corvalán participó en la llamada Batalla de San
Jacinto, viviendo posteriormente hasta los más de cien años.
“Se desarrolló en las inmediaciones de lo
que es actualmente el Barrio AOMA; era un sector bajo, pantanoso. Allí se
encontraban las tropas del Ejército. Los caciques Cipriano Catriel y Calfucurá,
quienes se encontraban en las serranías ubicadas al Este/Sureste de esta zona,
enviaron a algunos chicos de la tribu para aflojarles la cincha de las monturas
a los caballos, mientras la tropa descansaba. Luego, procedieron a provocarlos,
mostrándose a una distancia prudente. Cuando los uniformados fueron a montar
sus corceles para defenderse y repeler el ataque, los caballos se tornaron
inmanejables. De ese modo, aprovechando la confusión, pudieron obtener la
victoria.”
El bisabuelo de Víctor Hugo era hijo de
Marcelina Catriel; y sobrino de Juan José, Marcelino y Cipriano Catriel.
Otra de las batallas que pueblan la
historia regional es la batalla de Sierra Chica: “Esperaron a las tropas de
Mitre entre dos pequeñas sierras, el ejército con sus caballos y sus armas de
fuego debió pasar por una hondonada, que se convirtió en una trampa: sólo con
arcos y flechas lograron diezmar y efectuar numerosas bajas al grupo de 600
soldados.”
Para la época de la batalla de Sierra
Chica ya había finalizado la paz que reinó durante el gobierno de Juan Manuel
de Rosas; hasta 1852 las tribus pudieron convivir en una relativa tranquilidad,
celebrando tratados de paz, amistad y comercio. En uno de estos tratados se les
reconoció como propias, un territorio superior al millón de hectáreas, en los
actuales partidos de 25 de Mayo, Tapalqué, Azul, Olavarría y hasta Arroyo Corto
(actual partido de Saavedra).
“Cipriano Catriel vivía en el poblado del
Azul, en una casa de material, pero visitaba las tribus” (las viviendas
consistían en toldos rectangulares, confeccionados con cuero de guanaco, que en
ese entonces era un animal muy frecuente en la zona. La construcción tenía un
agujero en su centro, allí se hacía el fuego que permitía calentar el ambiente
y cocer los alimentos).
Los tehuelches se destacaron en el
adiestramiento y manejo del caballo; en platería, tejidos y cerámica.
Comerciaban directamente con los ingleses, a través de la Bahía de Samborombón.
Hasta allí se acercaban los barcos extranjeros, mientras que las rastrilladas
se dirigían hacia la costa en un trazado que se aproxima a la actual ruta 60;
hacia el oeste, esta rastrillada se prolonga hacia el oeste, hacia Carhué,
Salinas Grandes y la Cordillera de los Andes.
Provenientes de la Meseta de Somuncura, (en
el límite de las actuales provincias de Río Negro y Chubut) donde en sus
alrededores aún viven descendientes, los tehuelches eran grandes caminantes:
recorrían toda nuestra zona a pie, antes de la llegada de los españoles. Luego,
con la proliferación de los caballos, pudieron desplazarse de manera mucho más
rápida, estableciéndose aquí por motivos comerciales.
“El poblado de Olavarría pocas veces fue
atacado por los denominados malones” -esto lo atribuye Víctor Hugo González
Catriel a posibles motivos religiosos por parte de las tribus- como si la zona
hubiese tenido un especial sentido, una significación especial para los tehuelches:
indicios que se reafirman con el hallazgo de instrumentos de piedra propios de
las ceremonias religiosas, en algunos sectores de la zona, cercanos a la ciudad
de Olavarría.
Según Víctor Hugo González Catriel, la
historia que cuenta la muerte de Cipriano Catriel a manos de sus hermanos, es
falsa: “fue una estratagema para dividir y generar odios entre los distintos
caciques y tribus, hecha por el gobierno nacional; porque la forma de muerte
(la cabeza cortada y exhibida sobre una lanza o una pica) era propia de las
muertes perpetradas entre Unitarios y Federales”.
Una vez consumada la muerte de Cipriano
Catriel, el Perito Francisco Pascasio Moreno se llevó su poncho y su cráneo.
Luego de muchas idas y venidas estas pertenencias y despojos finalizaron en el
Museo de Ciencias Naturales de Bariloche, exhibidos al público.
Por reclamos efectuados por la familia
Catriel, el cráneo que hoy se encuentra guardado (no exhibido) en este Museo,
será devuelto y repatriado próximamente.
También hacia Río Negro, precisamente a
Colonia Catriel y Colonia Conesa, debieron desplazarse obligatoriamente los
descendientes de Catriel, luego de la Campaña
del Desierto, llevada a cabo por el General Roca.
Ciento cincuenta años después, el
descendiente de los loncos o caciques
que habitaron esta zona se lamenta: “casi no queda con quién hablar nuestra
lengua, la cual se va perdiendo, porque somos muy pocos los que aquí en
Olavarría quedamos” No se puede mantener una lengua, que con variaciones, sí
perdura en otros lugares con comunidades mayores en cuanto al número de sus
integrantes, Los Toldos, por ejemplo. Tampoco se pueden recrear las costumbres
y ceremonias ancestrales, en una palabra, la cultura.
Catriel significa Ojo de Halcón, metáfora de la visión perfecta, sobre las serranías
abarcando cada detalle de la pampa.
Paradojas de la historia: Moreno, el
célebre Perito que da nombre a un glaciar en el sur argentino y a una Autopista
en Capital Federal, que entre otras cosas cargó innumerables trofeos de guerra,
coleccionista de huesos de la especie humana, colaboró con el también célebre
médico y antropólogo francés Paul Broca. En sus investigaciones anatómicas y
fisiológicas, este cirujano descubrió el área que lleva su nombre.
Precisamente, donde reside el lenguaje en el ser humano.
Ceferino Daniel Lazcano
Nota efectuada a Víctor Hugo González Catriel, descendiente de
los Catriel de Olavarría. Todos sus dichos están revisados y autorizados
por él. C. D. Lazcano
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