Berisso, tu paisaje
La luna colgada de una telaraña
se degollaba en plata y luces nuevas,
sobre el puente tintineaba su agonía
dejándose morir debajo de las aguas.
En esas aguas de Berisso, canal, río profundo
llenos los ojos de camalotal celeste y espadaña,
de barcazas desvencijadas y vigorosos botes
que se asoman al asombro de ceibales.
Allí donde se instala la ternura apresurada
de hortensias como geishas orientales
que se desmayan reflejadas en el espejado río
está erguida la ciudad que quiero.
Con la palabra adormilada en racimos
con lenguajes mezclados de esperanza
veo las razas de otros pueblos conjugados
y me arde la piel en añoranzas.
Berisso, reflejo tu paisaje
en colgaduras de rocío en la mañana,
en el temprano sonar de los gorjeos
y en sonido cuando escancio el vino.
Allí la magia celestial despierta y anda
con el fervor del sudor y del abrigo
soñando con coplas y sorpresas
que laten en el sentir del pueblo mío.
Beatriz Emilia Nuccetelli
beatriznuccetelli@hotmail.com.
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