Una serie de artículos y comentarios fueron publicados en estos días a raíz de las declaraciones del presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), Alejandro Vaccaro, explicando que la entidad se propone cobrar – a partir de febrero – un monto mensual a las radioemisoras del país en concepto de derechos de autor por la difusión de obras literarias o sus fragmentos. Agregó que la suma sería de alrededor de mil pesos. El 80% de lo recaudado para los escritores. El 20% para la SADE por gastos de administración. Finalmente, Vaccaro señaló su esperanza de que en lo venidero los escritores perciban – al menos – un honorario mínimo cada vez que dan una conferencia.
A nuestro juicio todo lo expresado merece el máximo apoyo. Sólo que extenderíamos lo del “honorario mínimo” a: participación como jurado, redacción de una crítica literaria, publicación de una nota o un artículo y todo cuanto implique la realización de un trabajo de escritor. Esto último no es nuevo. Hasta hace tres décadas, al empezar cada año, la SADE emitía un comunicado – que era publicado por los suplementos literarios – indicando las cifras mínimas que un escritor debía recibir a cambio de la realización de estos trabajos. Luego, esta sana costumbre se perdió.
Conocemos que la iniciativa de SADE ha merecido críticas y objeciones. Se ha dicho que de concretarse esto las radios no permitirían que los poetas difundan sus obras o que dejarían de leerse párrafos de autores nacionales. Que las radios de provincias impedirían el acceso a los poetas regionales.
Quienes somos escritores profesionales tenemos la certeza de que nada de eso ocurrirá. Por la simple razón de que las radios son empresas comerciales que entienden cómo funcionan los negocios. Por eso pagan mensualmente una suma a SADAIC – monto que no suele ser pequeño – por difundir música. También hacen lo propio con ARGENTORES y AADI, la asociación de intérpretes.
A nuestro entender la diferencia entre instituciones como SADAIC, AADI o ARGENTORES en relación a la SADE es que las tres primeras están conformadas por creadores que tienen bien en claro su condición profesionale. Eso no es lo que ocurre en SADE; y no por lo que suele decirse de que en la Argentina casi ningún escritor puede mantenerse sólo con sus derechos de autor. Este argumento es inválido. ¿Cuántos socios de SADAIC, AADI o ARGENTORES ganan dinero sólo con su tarea creadora? La gran mayoría tiene otra actividad como trabajo principal. Pero eso no quita que tengan consciencia plena de que la creatividad es un trabajo que amerita recibir una suma de dinero a cambio de ejercerla. Entendemos que esta conciencia profesional es la que está faltando en la gran mayoría de los escritores argentinos, sean o no socios de SADE.
Merece un párrafo aparte cuando se pide a un autor que de una conferencia. La solicitud suele ser rematada con la frase: “Y al terminar lo invitamos a cenar.” Personalmente suelo decir: “Para cenar tengo; lo que sí les llevo es la factura con el monto de mis honorarios.” Con los años ya me acostumbré a recibir una respuesta que – en verdad – es una falta de respeto. Cuando con una mezcla de asombro, molestia e ira expresan: “¿Pero entonces lo suyo es comercial?” Cuánta ignorancia en verdad. Una ignorancia generalizada al presuponer que el trabajador cultural debe ejercer su labor a título gratuito. Prejuicio que es necesario desterrar en su totalidad. Al autor se le paga; eso es lo que tiene que quedar bien en claro y definido.
Por eso entendemos que este anuncio de la SADE hay que recibirlo con entusiasmo brindándole – a la vez – todo el apoyo posible. El escritor es un trabajador cultural. Escribir es una profesión. Y toda profesión cuando se ejerce merece ser compensada con los honorarios correspondientes. Es válido para el plomero, el albañil, el médico o el ingeniero. Así como para quienes escribimos.
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*Antonio LAS HERAS es socio vitalicio de SADE. Fue secretario general (1998/2001) y vocal titular (2008/2011). Sus numerosos libros están publicados en Argentina, México, Estados Unidos, España y Rumania.
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