¨La libertad de expresión no corresponde a una coherencia ideológica¨
por Alfredo Germignani
El 10 de diciembre de 2007 la dirección de la revista Cuna quedó a cargo del escritor Pablo Black, ya que pasé a hacerme cargo del área de Comunicación Institucional de la Subsecretaría de Cultura. Un par de meses atrás, inicié acciones legales contra el matutino La Voz del Chaco, luego de trabajar en negro durante poco más de tres años en los que mi salario como periodista de las secciones de Política y Cultura penduló entre los $350 y los $650. En la edición número 6 de Cuna, en el texto editorial, hice referencia no sólo a los salarios infames, deleznables y de hambre, que siguen ganando periodistas y trabajadores de prensa en el Chaco, sino también a la calidad periodística, que "transita un letargo oprobioso que lo coloca, al menos, dos o tres días después de la invención de la imprenta de Gutenberg".
El periodismo, dice Horacio Verbitsky en Un mundo sin periodistas, "es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto es propaganda". Durante poco más de un década, el periodismo se prostituyó de todas las formas posibles, y cuando no las hubo más, las inventó. Su cliente preferido y habitual: la publicidad oficial. Las conferencias de prensa de los gobierno de turno se parecen más a un monólogo de un funcionario público que a un espacio democrático donde el periodista indague, cuestione, pregunte, con el propósito de interpretar y después informar. ¿Y la investigación periodística? Bueno, de eso ni hablar, porque en el Chaco no existe; porque en el Chaco el mejor periodista es el que calla y es consecuente con sus propias miserias.
Hago hincapié en estas reflexiones porque la libertad de expresión se construye en el reconocimiento de las diferencias ideológicas e intelectuales. Vale recordar que aquellos que quisieron hablar, contar "esa historia" que estaba oculta detrás de la cortina de humo que es una noticia, fueron perseguidos, censurados y amenazados. Vale también agregar que los periodistas no cuentan sus propias historias. ¿Acaso –a excepción de un puñado de medios, entre ellos
El Diario de la Región– qué otros medios de comunicación se hicieron eco de los reclamos del Sindicato de Prensa? ¿Y la movilización en reclamo por un sueldo digno para los trabajadores de prensa, que se realizó a fines del año pasado? "¡Shhhhh!", dijeron los "dueños de la noticia". ¿Por qué? Porque en el Chaco la mejor noticia es la que no aparece en los diarios, radios, portales y tevés.
Hago esta reflexión porque, en mi calidad de co-organizador del Encuentro Nacional de Revistas de Cultura, que se llevará a cabo en el ámbito de la Feria del Libro Chaqueño y Regional, impulsé esta iniciativa junto al responsable de Relaciones Públicas de la Librería de la Paz y coordinador de la Feria del Libro, Mariano Parra, y al director de la revista El Satélite (de Córdoba), Esteban Villamarín. En tal sentido, como periodista que soy, trabajé por construir un lugar de debate y reflexión sobre la libertad de expresión –subrayo: libertad de expresión–, en torno a la problemática de edición y publicación de las revistas culturales, a fin de promover y afianzar su difusión en cualquiera de sus formatos y soportes. Más de 30 revistas de cultura de todo el país se darán cita en la Feria del Libro para debatir "la falta de apoyo del Estado, la escasez de intercambios de servicios publicitarios con el sector privado, la débil organización en estructura, recursos y distribución de los grupos de periodistas, escritores y diseñadores que las publican, producto de la limitada retribución económica que genera la gestión y el trabajo cultural
". Y cito aquí el texto de la gacetilla de prensa que, desde enero, viene publicándose en diferentes medios.
Entiendo que este es el debate central del Encuentro Nacional de Revistas de Cultura. Entiendo también la preocupación del señor Vicario de la Parroquia de la Iglesia Catedral. Pero es otro el debate. Más allá de que la sociedad argentina, y mucho menos la chaqueña, no estén preparadas, maduras –ni social, ni ideológica, ni culturalmente–, para debatir sobre la despenalización del uso medicinal de la marihuana, la despenalización del aborto, el matrimonio homosexual y la adopción de niños en familias gay, es otro, repito e insito, el fin por el cual se ha convocado a editores, periodistas y escritores de distintos puntos del país. Es comprensible que, como vocero de la Iglesia, el Padre Lestani no esté de acuerdo con ninguno de los puntos que acabo de mencionar y que, a mi entender, son temas de discusión imprescindible de las nuevas sociedades.
Hay otra cosa que quisiera aclarar. El Padre Lestani habla además (en la columna de opinión publicada en página 44, de la edición de Norte del lunes 25 de febrero) de "control correspondiente de calidad de contenidos". Advierto que esta máxima a la que considero desacertada, bien podría tratarse de un eufemismo de censura
. Prohibir la participación de la revista THC en la Feria del Libro, "corregir este desliz involuntario" a decir del señor Vicario, es cercenar la libertad de expresión de una publicación cuya posición editorial no está en plan de debate en el Encuentro Nacional de Revistas de Cultura. En principio, porque cada revista elige qué decir, cómo decirlo, por qué y para qué, y es el lector en última instancia quien decide qué, cómo, por qué y para qué colma sus inquietudes y expectativas. Lo mismo ocurre con los libros, o hay que mencionar acaso los innumerables textos que la Inquisición –que hoy responde al nombre de Congregación para la Doctrina de la Fe– no se cansa de condenar al Infierno, como así también de perseguir a los teólogos de la liberación. No, no creo que haya que ir tan lejos.
La libertad de expresión no responde a una coherencia ideológica, sino a la capacidad de saber escuchar cómo se ha llegado hasta una. Podemos estar de acuerdo o no. Pero no podemos censurar. La experiencia de una "prensa paralela" que actuó como servicios de inteligencias durante muchos años para socavar el derecho a expresarse de periodistas y comunicadores, sometiéndolos a la precarización laboral y a la infamia, ya fue suficiente. Es hora de pensar en otro periodismo. Éste y no otro es, a mi parecer, el debate que se dará en el Encuentro Nacional de Revistas de Cultura.
-- Alfredo Germignani
Revista Cuna
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