Hoy, 19 de noviembre, 132° aniversario de la fundación de la ciudad de La Plata se recibió un mensaje del escritor Rolando Revagliatti.
"... acabo de concluir mi entrevista a uno de los "poetas capitales" de la ciudad de La Plata (al decir de Ana Emilia Lahitte en memorable antología)
Y aunque habitualmente no se publican trabajos extensos en este blog, se decide su publicación, en homenaje a la ciudad tan amada, en reconocimiento a la trayectoria del entrevistado Osvaldo Ballina y a la medulosa entrevista realizada por Revagliatti
Osvaldo
Ballina: sus respuestas y poemas
Entrevista
realizada por Rolando Revagliatti
Osvaldo Ballina nació
el 7 de febrero de 1942 en La Plata -donde reside-, ciudad capital de la
provincia de Buenos Aires, la Argentina. Fue becario de la Fundación Rotaria
Internacional en Estados Unidos (1965) y de la Asociación Dante Alighieri de La
Plata en Italia (1978). Ha sido traducido parcialmente al italiano, al
portugués y al catalán y se ha desempeñado como Jurado de la Subsecretaría de
Cultura de la Provincia de Buenos Aires y de otros organismos culturales
oficiales y de entidades privadas. Citamos dos de las distinciones obtenidas: Faja
de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores, Comité Central, en 1976, y
Premio Consagración de la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires en 1996.
Como traductor de los idiomas inglés, italiano y francés, ha dado a conocer en
suplementos literarios del país, poemas y prosas de diversos autores. Su poesía
se ha difundido en los diarios “La Nación”, “Clarín”, “La Prensa”, en la
“Revista Ñ de Cultura” y en numerosos medios gráficos y digitales. Ha sido
incluido, por ejemplo, en las siguientes antologías: “Nueva poesía argentina” (Ediciones Hiperión, Madrid, España, selección
de Leopoldo Castilla, 1987); “70 poetas
argentinos: 1970-1994” (selección de
Antonio Aliberti, 1994); “Cantos
australes – Poesía argentina 1940-1980” (Monte Ávila Editores
Latinoamericana, Caracas, Venezuela, selección de Manuel Ruano, 1995); “Cinque poeti argentini” (Edizioni
Tracce, Pescara, Italia, selección y traducción de Enzo Bonventre, 1997).
Publicó entre 1971 y 2014 los poemarios “El
día mayor”, “Esta única esperanza
contra todo”, “Es temprano”, “Aún tengo la vida”, “En tierra de uno”, “Caminante en Italia”, “Diario
veneciano”, “Ceremonia diurna”, “La poesía no es necesaria”, “La vida, la más bella”, “Sol que ocupa el corazón”, “Sondas”, “Final del estante”, “Verano
del incurable”, “Confines”, “El viaje”, “Apuntes del natural”, “El
caos luminoso”, “Oráculo para dones
fatuos”, “El pajar en la aguja”, “Prodigios residuales”, “Lejos de la costa”, “Profanaciones ínfimas”, “Memoria de la India”, “Refugio de altura”. Además, los
volúmenes “Estamos vivos y vamos a vivir”
(Poemas 1971-1992) y “Al dios que sea” (Poemas
1971-2003).
1 –
No hace mucho se han expuesto, formando parte de un catálogo, poemas de tu
“Memoria de la India” y dibujos en colaboración, a cuatro manos, de Belén
Roncoroni y Abel Robino, quienes más que ilustraciones prefieren denominar
“Ilustenciones” –crear tensión entre lo verbal y lo visual-; y más que sobre
tus poemas, consideran ellos que fueron concebidos “con, dentro de, anidando
en”. Alentaría a nuestros lectores a que busquen en la Red lo que menciono,
Osvaldo, si nos transfirieras tus impresiones, y si coincidís, como afirman,
con que una de tus principales obsesiones es lo circular.
OB – Fue muy gratificante.
Abel Robino, excelente poeta y plástico con quien nos conocemos desde hace años
y compartimos puntos de vista estéticos y tenemos en común el producir siempre
algo que innove y sea un paso adelante sobre lo que ya uno hizo. A Belén
Roncoroni no la conozco, lamentablemente. Todo comenzó porque a Robino le gustó
mucho mi "Memoria de la
India" y en especial las experiencias que protagonicé "como un bárbaro en la India."
Y lo que más me agradó de todo es que los poemas se encarnaron en ellos.
Se apropiaron generosamente de lo que transmitía el libro y lo
usaron como plataforma para recrear visiones, sensualidad, exuberancia. Quiero
aclarar que la posibilidad de ver la India desde adentro fue porque mi hijo, diplomático
de carrera, estuvo viviendo dos años en New Delhi.
Por eso creo que es un hallazgo lo de
"Ilustenciones", que no es otra cosa, convengamos, que la magia y
milagro de la palabra como eco que se mete en el otro: uno nunca sabe hasta dónde
llega o en qué resulta. En este caso, para mi satisfacción y gratitud, se
materializó en las "Ilustenciones". De ahí que como señalás, una de
mis obsesiones es lo circular: el poema que se cierra en el otro como un
círculo, el alma humana, con sus tiempos, para mí es también un círculo, lo
total, la completud.
2 – Y
es prolongando la conexión con las artes plásticas que te pregunto cuál es tu
tarea como presidente de la Asociación Amigos del Museo Provincial de Bellas
Artes; y si han ido modificándose tus preferencias al paso del tiempo en cuando
a pintores o tendencias pictóricas.
OB – La Comisión de Amigos, que tengo el honor de presidir
por primera vez, cumple una tarea de apoyo a la labor específica del Museo que
lleva el nombre de uno de mis pintores favoritos y que nació aquí, en la ciudad
de La Plata: Emilio Pettoruti (1892-1971). A decir verdad, me gusta toda la
buena pintura y es algo que siempre fue una curiosidad para mí, recorrer museos
por toda Europa, ir a las muestras en La Plata y en Buenos Aires. Lo que busco
es investigar otros lenguajes, otras formas, cómo se conjugan y cómo se
complementan. Por lo general, en pintura como en poesía, prefiero los lenguajes
de ruptura que me proponen algo diferente, no previsible. Entendiéndose por
esto, el iniciar un nuevo camino, aun perderse en los laberintos de un
imprevisto hallazgo. Algo que quiero mencionar: ver cuadros de Rabindranath
Tagore en la India. Yo ignoraba su faceta pictórica.
3 –
En 2011, en el Auditorio Aristóteles Onasis de la Embajada de Grecia, fuiste
uno de los oradores en el acto de homenaje en memoria del poeta y filo heleno
Horacio Castillo (1934-2014), uno de los “Cinco poetas capitales” –junto con
vos, Horacio Preler, Rafael Felipe Oteriño y Néstor Mux-, según Ana Emilia
Lahitte, la responsable de aquella maravillosa antología –con su meduloso
estudio-, editada tras la obtención de la Beca del Fondo Nacional de las Artes
– Creación, 1995. Te invito, Osvaldo, a que nos hables de Castillo, en todas
las facetas que de él conozcas, así como de lo que representó el volumen de más
de 260 páginas y 2500 ejemplares, y por extensión, de la poeta Ana Emilia
Lahitte (1921-2013).
OB – Una vez más tengo la satisfacción de expresar
gratitud: a Ana Emilia Lahitte, que al margen de su obra poética, dedicó un
tiempo apreciable dentro y fuera del país, a difundir la obra de los poetas de
La Plata. En este caso reunió a cinco, uno diferente del otro, pero unidos por
la amistad de décadas. No éramos un grupo. Trabajábamos por nuestro lado y
luego convergimos en el volumen publicado y su celebración. Mi amistad con
Horacio Castillo fue un poco tardía. Cada cual tenía su trabajo de varias
horas, además yo viví dos años en la ciudad de Buenos Aires, y en el medio de
todo, viajes de ambos. Ahora sí, cuando nos encontrábamos finalmente,
compartíamos momentos entrañables, la mayor parte de los cuales eran ajenos a
la poesía: intercambiábamos experiencias de la vida, preferentemente. Horacio
tenía un rasgo que pocos conocen y que su excelente poesía no permite
suponerlo: un gran sentido del humor. Y era un ser humano incapaz de decir que
no a proposiciones, para lo que hacía esfuerzos ponderables (contratapas de
libros, palabras en una presentación, etc.). Algo de lo que carezco después de
más de cuarenta años de poesía y mis propias obsesiones creativas.
4 –
De tu ciudad contemos que hay desde hace décadas dos clubes y sus muy
representativos equipos de futbol, Gimnasia y Esgrima, del cual sos hincha y
has sido jugador, imagino que en tu adolescencia, y Estudiantes. Quién mejor
que vos para que des cuenta del arraigo de ambos y para que nos trasmitas cómo
fuiste evolucionando, regocijándote y sufriendo, con los vaivenes de tu equipo.
OB – Mi niñez y adolescencia estuvieron signadas por el
fútbol. Mi tío me llevaba desde chico a la cancha (lo que hoy con la violencia
existente sería una locura). En casa eran todos de Gimnasia. Yo me pasaba las
tardes de La Plata, en aquella ciudad más provinciana y tranquila de entonces,
jugando en plazas, campitos… A los catorce años ingresé en las inferiores de
Gimnasia para hacerlo como "hombre de área". Los clásicos con
Estudiantes, una entidad, como decís, también muy representativa, empezaban una
semana antes: ¿me pondrán?, ¿ganaremos? Poquísimas cosas en la vida me
produjeron tanta adrenalina. Siempre recuerdo que Albert Camus, que de joven
jugaba de arquero, decía que sus primeras lecciones de ética las aprendió en el
fútbol. Hoy el fútbol, tal como se juega, me aburre y sólo por fidelidad
veo los partidos de Gimnasia.
5 –
“Navegando” supe que trataste a Ezequiel Martínez Estrada, y que a Eugenio
Montale no sólo lo tradujiste, sino que también has conversado con él.
¿Recrearías para nosotros aquellos encuentros?
OB - Ezequiel Martínez Estrada fue el escritor más
bondadoso que conocí. Yo venía de soportar los bombardeos en Magdalena en la
revolución del ‘63. Fue algo atroz. Un amigo que iba a Bahía Blanca me invitó a
acompañarlo y a conocer a Martínez Estrada con quien mantenía una larga
amistad. Me trató con gran comprensión y me enseñó muchas cosas, aparte de lo
literario. Pero lo más impresionante eran los dos gorriones que lo acompañaban
por toda la casa. Y se le posaban en los hombros. Les abría la ventana y no se
iban. "¿Ve lo que se logra con amor?
Así lo hacía Guillermo Enrique Hudson por ejemplo”. Acababa de
escribir el libro sobre Paganini. Creo que la Argentina no fue justa con él,
como tampoco con Leopoldo Marechal.
A Eugenio Montale lo conocí en abril
de l981: vivía en la via Bigli,
de Milán. Era muy cortés, algo parco y como sumido en la tristeza. Me habló de
su infancia en la Liguria y de que le habían complacido las traducciones al
español realizadas por el poeta argentino Horacio Armani. Cuando yo le señalaba
los valores de su poesía, esbozaba una sonrisa y me decía que le hubiera gustado
ser tenor. Era amante de la ópera (fue crítico para el “Corriere della
Sera”). Cuando le mencioné su premio Nobel, me comentó que le trajo también
muchos problemas: le llovían libros solicitándole su opinión, y no faltaba
quien le pedía dinero. Después de un momento de silencio, Montale dijo: “La gran deuda de la Academia de Suecia es
con Cavafis”.
6 - ¿Puede ser que nos des un pantallazo de
los viajes de estudio que realizaste?
OB – Los viajes de estudio inevitablemente
terminaron siendo viajes de escritura
sin habérmelo propuesto. Quizá haya sido -y es- el contacto con “otras voces y
otros ámbitos”. El más intenso fue el primero a Estados Unidos, precisamente a
New York y New Jersey, auspiciado por el Rotary International. Formé parte de
un grupo de estudio representativo de diferentes disciplinas. Fue una
experiencia que marca una vida, porque los organizadores locales configuraban
el programa de actividades según la especialidad de cada uno. Además estábamos
alojados en hogares cuyos miembros tuvieran afinidad con la actividad de cada
candidato. Como era gente muy influyente en la comunidad nos abrían las puertas
de los lugares que elegíamos o los escritores que, en mi caso, quería contactar.
Así fue que pude conocer y dialogar extensamente con Edward Albee. Esto es, que
nos movíamos desde adentro. Sería largo detallar los nombres y cosas. Pero
digamos que yo iba a las universidades, a las escuelas, a difundir mis
traducciones al inglés de los poetas argentinos contemporáneos, sobre los
cuales no tenían ni idea. Paralelamente participaba en mesas de lectura de
poemas. Todo era multiétnico y lo curioso -¡qué interesante el fenómeno
poético!- es que el auditorio quería escuchar a los poetas leyendo en su lengua
nativa, aunque no entendieran nada después de la versión inglesa. Era lo que
más le gustaba.
Aquello estuvo envuelto en el clima de rebelión por la
guerra de Vietnam sin represión, a excepción de alguno que otro encontronazo.
7 – Veintitrés años tenías cuando recibiste
tu primera beca y treinta y seis cuando te otorgaron la segunda. ¿Cuáles fueron
las circunstancias en las que te fueron concedidas, a qué te abocaste respecto
de cada una de ellas, cómo fue capitalizar esas incursiones siendo un
veinteañero en un caso, y hace media vida en el otro?
OB – Lawrence Durrell escribió que los viajes
nacen, no se hacen. En mi caso fue así. El primer viaje fue a la edad justa,
como un paso al futuro. La segunda beca la gané por concurso en la Dante Alighieri de La Plata. Y también me llegó
a la edad justa -a mitad del camino de
nuestra vida-, cuando uno empieza a vivir la madurez vital y, otra vez, en
mi caso, de palabra. Italia no me negó nada. Tuvo muchas características
parecidas a la de la primera beca (lectura, encuentro con artistas, etc.). No
quiero ser redundante en este sentido. Como se verá en mi bibliografía hay dos
libros “italianos” que fueron escritos “in situ”. Pero a partir de entonces el
clima, las imágenes de dicho país se fueron infiltrando en todos mis libros sin
excepción. “Confines”, esbozado en
Sicilia, “El viaje”, en Venecia, y
habría más ejemplos todavía. Desde entonces, regresé y regreso cuando puedo.
En Roma
visité a Alberto Moravia, justo el día en que ponía punto final a su novela “Il guardone”.
Era un hombre de una inteligencia fría, con mirada escrutadora, muy fino y
elegante, características de su ascendencia véneta. Emocionaba escucharlo hablar
de su amistad con Pasolini. Le gustaba
mucho la poesía francesa. Sobre él -como sobre Montale- escribí artículos para
el suplemento literario de “El Día” de La Plata.
8 – Al concluir el detalle curricular que
antecede nuestro diálogo, Osvaldo, constan los títulos de los dos volúmenes
antológicos de tu obra. ¿En ambos has sido el antologador? ¿Con qué criterios
se efectuaron las selecciones?
OB – Nada en especial en cuanto a criterio de
selección. Simplemente se buscó unidad, concisión, y representatividad de un
criterio de escritura. La primera antología
fue realizada por el poeta Néstor Mux. La segunda antología
la confeccioné yo incorporando parte de la primera. Pienso que no tengo nada de
qué arrepentirme, aunque aparezca jactancioso, porque es exactamente lo que
quería poner y ahí va todo el riesgo. Creo que un escritor tiene que arriesgar
en cada libro, procurar nuevas zonas de conocimiento. De otro modo, sería como
plagiarse a sí mismo.
9 – Mencionaste a “Confines”: ¿poesía en
prosa o prosa poética? ¿Qué opinás que cuadra mejor para
denominar los textos que conforman ese poemario? ¿Y por qué?...
OB – Los límites entre géneros se han extendido
(o desaparecido). Para mí es poesía. Y el poema en sí determina su forma. Eso
es todo. Los ejemplos serían innumerables en este sentido entre los más grandes
poetas. “Prosa poética” me resulta gracioso. Yendo a instancias diferentes,
¿tendríamos que calificar de “poesía en cine” a tantos films maravillosos? En
mi particular visión toda obra de arte tiene el ADN de la poesía, que es como
el agua: adopta la forma de aquello que la contiene.
10 - ¿A qué otros autores, además de Ernest
Hemingway, Giovanni Arpino, Graham Greene, Anthony Burguess, Italo Calvino,
Wystan Hugh Auden, Marcel Proust y Montale, has traducido?
OB - Durante 1963 realicé para la vieja Radio
Municipal una serie de audiciones tituladas “Detrás del Mar del Norte”, donde
difundía autores ingleses del siglo XX
mediante la traducción de sus poemas: Wilfred Owen, Robert Graves,
Stephen Spender,
D. H. Lawrence, entre otros. Con autores franceses e
italianos siempre me tocó trabajar en prosa.
11
- ¿No prevés algún
volumen que reúna exclusivamente tus versiones al castellano de escritores de
habla inglesa, francesa e italiano?
OB - A esta altura de mi vida, he
dejado de lado la traducción y no me atrae mucho esa tarea. Estoy abocado
(cuando tengo suerte) a mi costado creativo. Por otra parte la traducción
poética me ha resultado siempre muy complicada por todos los resquicios,
ritmos, sonidos. Nunca me sentí del todo satisfecho con el producto final. La
traducción de un poema es absorbente al punto tal de volver un obseso por una
palabra al traductor. Así es por lo menos en mi caso.
*
Osvaldo
Ballina selecciona para acompañar esta entrevista, en noviembre de 2014, seis
poemas de su autoría:
tierra sana donde pisa el sol
natal
tierra
sana donde pisa el sol natal
de la
desnudez precipitada
huele
placentario el mar negado
oculta
en el baniano se baña
la
miseria obligada
de sí excluida
por la salvajería
de la pétrea razón
una vez
humana
(de "Memoria de la India", 2012)
*
se separa del cuerpo la soledad
consumida
se
separa del cuerpo la soledad consumida
una
brisa ceñida en túnica amarilla
cambia
de color la hora
nadie
desampara a ningún dios
extrañas
comidas llegan de extrañas ciudades
palabras
que son territorios celebran
nupcias
ciegas a oficios de contrición
(de "Memoria de la India", 2012)
*
El santuario
desde
el ojo celeste del fuego
el alma
pájaro sucumbe al aire gozante
purifica
en vuelo la corrupta devoción
del
humano santuario
(de "Profanaciones ínfimas", 2011)
*
Lo eterno
a
tiempo deriva, el silencio
polen
que cae sobre una flor fuera de control
(de "Profanaciones ínfimas", 2011)
*
refugio de altura
aquí en
las alturas nevadas
toda
lengua es reductiva
prensada
por el frío
los
sueños se desecan a la intemperie
en una
ceremonia invisible
pero
ajeno a toda soledad
oscuridad
o claridad
por su
boca de sí reflejante
crea la
estrella guía
que
sobreviene
vacío
tras vacío
paisaje
tras paisaje
mundo
tras mundo
(de "Refugio de altura", 2014)
*
pan de invierno
el pan
de invierno es un ángel aparecido
que
espanta el pánico
ciencia
de lo natural absoluto
que da
dicha
a los
sonámbulos sensatos
y a los
plácidos locos
untados
todos de tiniebla
(de "Refugio de altura", 2014)
*
Entrevista realizada por Rolando Revagliatti, a través del correo
electrónico: Ciudades de La Plata y Buenos Aires, distantes entre sí unos
sesenta kilómetros, noviembre 2014.